Donald Trump ha regresado al foco del escenario geopolítico y energético tras manifestarse en apoyo a los ataques israelíes contra Irán. En sus redes sociales, el expresidente estadounidense exigió a los productores de petróleo mantener bajos los precios del crudo, advirtiendo: “¡Estoy vigilando!”. Esto ocurre en medio de la creciente tensión provocada por posibles represalias iraníes que podrían llevar al cierre del estrecho de Ormuz, un punto clave para el comercio mundial de petróleo.

El estrecho de Ormuz es vital, ya que por él transita cerca del 25% del petróleo que se transporta por mar en todo el mundo. Cualquier interrupción en este paso tendría un impacto inmediato en el precio del crudo a nivel global. Las amenazas de Teherán sobre represalias “proporcionales” luego de los ataques a sus instalaciones nucleares elevan el riesgo de un bloqueo parcial o total. Acciones como colocar minas o atacar infraestructuras estratégicas podrían paralizar el flujo energético mundial.

Frente a esta amenaza, Trump ha pedido al Departamento de Energía de Estados Unidos que acelere la perforación de nuevos pozos para aumentar la producción nacional. El secretario de Energía, Chris Wright, respondió en redes sociales que ya están trabajando en ello. Sin embargo, la industria petrolera estadounidense es cautelosa, ya que las inversiones se planifican considerando precios a largo plazo, y las fluctuaciones actuales generan incertidumbre.

Otra alternativa en consideración es liberar petróleo de las reservas estratégicas del país, aunque estas han sido reducidas considerablemente en los últimos años y actualmente cuentan con alrededor de 400 millones de barriles, la mitad de su capacidad total. En caso de un cierre prolongado del estrecho de Ormuz, esta cantidad tendría un impacto limitado para estabilizar los precios internacionales.

Los mercados ya han mostrado reacción ante estas tensiones. El precio del petróleo Brent subió hasta 81.40 dólares por barril tras los ataques, para luego retroceder a menos de 77 dólares, al disminuir el temor a una interrupción inmediata. Pero los analistas advierten que los efectos económicos podrían ir más allá del petróleo, afectando costos de transporte marítimo, seguros de carga y la estabilidad de otras cadenas globales de valor.

El llamado de Trump a aumentar la producción nacional responde a una estrategia clásica para proteger la economía frente a conflictos internacionales. No obstante, las condiciones actuales del mercado, la presión ambiental y las decisiones empresariales limitan la rapidez con que esto pueda lograrse. La seguridad energética y la inversión inteligente en minería y energía serán claves para la estabilidad a largo plazo, especialmente en regiones como México, que buscan reducir su vulnerabilidad ante crisis globales.