En un contexto económico complejo y con el acero como insumo esencial para sectores estratégicos, Sudáfrica se encuentra en una encrucijada crítica. La Corporación de Desarrollo Industrial (IDC, por sus siglas en inglés), organismo financiero estatal, está finalizando una propuesta valuada en 8.500 millones de rands (aproximadamente 491 millones de dólares) para asumir el control de las operaciones de ArcelorMittal Sudáfrica (Amsa), una medida orientada a rescatar una industria clave y asegurar su continuidad en el país.
La iniciativa, aún en evaluación, contempla la asunción de la deuda de Amsa y la búsqueda de socios internacionales para modernizar y operar las plantas. Esta intervención busca prevenir un colapso de la cadena de suministro del acero, que emplea directa o indirectamente a más de 100.000 personas en todo el país. La preocupación se disparó luego del anuncio, en noviembre de 2023, del cierre de las plantas de Newcastle y Vereeniging, productoras de acero largo clave para las industrias automotriz y minera, lo que pone en riesgo miles de empleos.
El IDC, que ya es el principal accionista local de Amsa, firmó un acuerdo por seis meses para realizar una evaluación profunda de la empresa, pacto que expira este martes. Este análisis permitiría al organismo presentar una oferta formal para adquirir el control de las operaciones en los próximos días. De avanzar, el plan no busca nacionalizar la empresa, sino ejecutar una reestructuración con participación privada que garantice sostenibilidad operativa e industrial.
Entre los posibles aliados estratégicos se encuentra Networth Investments Ltd., cuyo CEO, Harold Vermaak, confirmó haber presentado una propuesta al IDC. Su oferta incluye el reembolso del capital invertido por la IDC en un plazo de cinco años, lo que apunta a una alianza de largo plazo. Vermaak ya ha mostrado interés previamente en activos de Amsa, pero el actual respaldo estatal podría marcar una diferencia decisiva en esta ocasión.
Amsa, que fue adquirida en 2003 por Mittal Steel y posteriormente integrada al conglomerado ArcelorMittal, ha experimentado una fuerte pérdida de valor en las últimas décadas. De alcanzar una capitalización de 116.000 millones de rands en 2008, hoy su valor bursátil apenas supera los 1.500 millones. Esta caída responde a múltiples desafíos: tarifas eléctricas elevadas, deficiencias en transporte ferroviario, competencia de importaciones a bajo costo y políticas internas que distorsionan los precios de insumos clave como la chatarra.
El eventual rescate de Amsa también podría tener impactos positivos en otros sectores, especialmente en la minería. La planta de Newcastle, por ejemplo, produce acero especializado para maquinaria minera, mientras que la empresa posee una mina de hierro inactiva que podría reabrirse con una nueva inyección de capital. Esto permitiría revitalizar parte del sector minero, afectado por la caída en los precios de los commodities y obstáculos logísticos en las exportaciones.
En paralelo, los rumores de adquisición impulsaron el valor de las acciones de Amsa, que llegaron a subir hasta un 19%, cerrando con una ganancia del 7,5%, su nivel más alto desde abril. Este escenario refleja el optimismo del mercado ante un eventual salvataje industrial. Más allá de lo financiero, el posible acuerdo podría convertirse en un modelo para otras economías de la región que enfrentan desafíos similares. Proteger la producción nacional de acero no sólo es una apuesta por el empleo, sino una estrategia de soberanía industrial frente a un mundo que aún depende intensamente de este recurso esencial.