Históricamente, México ha sido un país rico en minerales, convirtiendo a la minería en uno de los pilares económicos más importantes. Sin embargo, el reciente giro en las políticas y legislaciones, particularmente durante la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha planteado importantes desafíos que amenazan la sostenibilidad de este sector vital.
Desde el comienzo de su mandato, ha habido un aumento significativo en el número de proyectos mineros pospuestos. De los 439 proyectos que estaban en pausa al inicio de su administración, el número ha crecido a 837, lo que implica que casi 7 de cada 10 proyectos mineros están ahora en un limbo debido a las regulaciones más estrictas.
Estas cifras son preocupantes, especialmente cuando consideramos que las empresas privadas invertían alrededor de 30 mil millones de pesos anualmente en exploración. Sin embargo, con la reciente Ley Minera, la exploración ha sido monopolizada por el Servicio Geológico Mexicano (SGM). Lo preocupante es que el SGM ha recibido un presupuesto de solo mil 320 millones de pesos para 2024, una fracción minúscula de lo que solían invertir las empresas privadas.
El impacto de estos cambios legislativos va más allá de las cifras. Estamos presenciando un posible deterioro continuo de la industria minera, que podría extenderse más allá de la administración actual. La Ley Minera, además de limitar la duración de las concesiones, ha transferido todas las responsabilidades de exploración al SGM. Esta decisión no solo amenaza el desarrollo futuro de nuevos yacimientos sino que pone en peligro el papel de México como líder en la producción minera.
La ironía de esta situación es que sucede en un momento en que la demanda global de minerales está en aumento. Con industrias como la automotriz y tecnológica dependiendo cada vez más de minerales esenciales, la pausa en la minería mexicana podría tener repercusiones en la economía global. Los vehículos eléctricos, por ejemplo, requieren más que solo litio; dependen de una variedad de metales, incluidos el cobre, níquel, manganeso y cobalto.
Por lo tanto, enfrentamos una paradoja: mientras que el mundo necesita más minerales que nunca para alimentar una revolución tecnológica y ecológica, México, con su abundancia de recursos, podría quedar relegado por decisiones legislativas y de inversión.
Los expertos y líderes de la industria están haciendo un llamado para que las autoridades reevalúen y reconsideren la dirección actual, tomando en cuenta la voz y experiencia de quienes han sido pilares en este sector. Solo a través de una colaboración efectiva y una comprensión profunda de las implicaciones a largo plazo, México podrá continuar prosperando en su rica tradición minera.