Cuando en junio se concretó la compra de US Steel por parte de la japonesa Nippon Steel por 14.9 mil millones de dólares, muchos en la industria vieron este movimiento como un punto de inflexión. No se trató solo de una transacción financiera entre gigantes siderúrgicos, sino de una estrategia con profundas implicaciones industriales. Ahora, con una inversión adicional prevista de 11 mil millones de dólares hasta 2028, Nippon Steel está lista para redefinir el panorama del acero en América del Norte.
El vicepresidente de Nippon Steel, Takahiro Mori, quien lideró las negociaciones y actualmente preside US Steel, explicó que el plan de inversión buscará expandir la capacidad productiva, incorporar productos de mayor valor agregado y transferir conocimiento técnico y operativo desde Japón a Estados Unidos. Esta transferencia tecnológica tiene como meta aumentar las utilidades netas anuales de US Steel hasta los 250 mil millones de yenes (unos 1.7 mil millones de dólares) para el año fiscal 2028, frente a los 80 mil millones de yenes previstos para este año.
La estrategia no se limita a la modernización de equipos existentes, sino que contempla la construcción de una planta completamente nueva, inspirada en instalaciones como Big River 2 en Arkansas. Esta nueva planta contará con hornos de arco eléctrico capaces de procesar hasta tres millones de toneladas métricas anuales, buscando reducir costos operativos, mejorar la eficiencia energética y aumentar la producción local de acero de alta calidad.
Un aspecto clave del proyecto es la modernización del molino de laminación en caliente en Mon Valley Works, Pensilvania. También se planea la rehabilitación del alto horno No. 14 en Gary Works, Indiana, y la instalación de líneas para la producción de acero electromagnético, un material de alta demanda en sectores como el automotriz y energético, que ofrece márgenes de ganancia más altos y aplicaciones industriales avanzadas.
Esta operación eleva la capacidad global de Nippon Steel a 86 millones de toneladas de acero crudo al año, acercándose a su objetivo de 100 millones de toneladas a nivel mundial. Más allá de las cifras, lo relevante es la consolidación en el mercado estadounidense, uno de los más competitivos y exigentes del mundo.
La adquisición enfrentó tensiones políticas debido a su duración de 18 meses, coincidiendo con cambios en la administración estadounidense. Mori aseguró que la estrategia no busca deslocalizar empleos ni reducir la fuerza laboral local, sino fortalecer la cadena de valor interna mediante tecnología y capacitación.
En materia financiera, Nippon Steel ya ha comenzado a asegurar los recursos necesarios, incluyendo un préstamo subordinado de 500 mil millones de yenes para amortizar parte del préstamo puente utilizado en la compra. La empresa evalúa además otras opciones financieras, como bonos convertibles, y mantiene cautela ante la posible emisión de acciones para no diluir a los accionistas actuales.
Por último, un incidente reciente en la planta de Clairton, Pensilvania, donde una explosión en agosto afectó algunas operaciones, podría impactar las ganancias anuales previstas. Sin embargo, Mori indicó que el daño será limitado y no modificará los planes a largo plazo. Este proyecto representa un claro ejemplo de cómo una inversión extranjera directa bien ejecutada puede transformar una industria tradicional, combinando la experiencia japonesa con la infraestructura y mercado estadounidenses para generar un futuro más sostenible y competitivo.