Lun. Jul 14th, 2025

Lockheed Martin reactiva su participación en la minería submarina con licencias clave en el Pacífico

Lockheed Martin retoma impulso en minería submarina tras recuperar licencias clave en el Pacífico. Luego de años inactivas, las concesiones que posee en la Clarion Clipperton Zone (CCZ) han vuelto a sus manos tras la quiebra de Loke Marine Minerals, y la compañía ya explora alianzas para reactivar la exploración de nódulos polimetálicos en aguas profundas. Estos materiales —ricos en cobalto, níquel y cobre— son esenciales para la transición energética global, y el retorno de Lockheed al sector marca un nuevo capítulo para la minería submarina estratégica.

El interés de la firma estadounidense llega en un momento en que la demanda global de minerales críticos se dispara. Según estimaciones del gobierno de EE. UU., las áreas de la CCZ bajo licencia podrían contener más de mil millones de toneladas métricas de nódulos marinos, con un valor económico que superaría los 300 000 millones de dólares. Este potencial, señalan, podría generar hasta 100 000 empleos en la próxima década. Lockheed ha confirmado conversaciones con varias empresas interesadas y evalúa un modelo de suministro que fortalezca las cadenas productivas de baterías y tecnologías limpias, en coordinación con el Pentágono.

La reactivación ocurre en un entorno regulatorio cambiante. En abril, el expresidente Donald Trump emitió una orden ejecutiva que permite emitir licencias en aguas internacionales y clasifica los minerales del fondo oceánico como activos estratégicos. Si Lockheed logra operar con estándares de bajo impacto ambiental y eficiencia técnica, Estados Unidos podría convertirse en referente de minería submarina responsable. La empresa busca establecer buenas prácticas que puedan replicarse a nivel global.

Sin embargo, los desafíos regulatorios son significativos. La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), organismo de la ONU que regula la minería en aguas internacionales, todavía debate reglas clave sobre emisiones, regalías y protección de ecosistemas marinos. Aunque EE. UU. no ha ratificado la Convención del Mar, Lockheed también debe cumplir con regulaciones locales a través de la NOAA, que mantiene su propio sistema de licencias para proyectos de exploración.

Más allá del impacto económico, esta reactivación representa un impulso a la innovación tecnológica. La minería profunda requiere sensores avanzados, vehículos autónomos y nuevas técnicas de procesamiento, lo que podría fortalecer tanto el sector civil como la industria de defensa. Lockheed afirma que este desarrollo puede generar beneficios tangibles para centros de ingeniería y regiones costeras vinculadas a la industria oceánica.

Si bien los riesgos ambientales de la minería profunda son motivo de debate, Lockheed sostiene que puede operar bajo estándares estrictos, minimizando daños a la vida marina y al lecho oceánico. La empresa busca colaborar con organismos internacionales para definir protocolos de control de sedimentos, ruido submarino y protección de hábitats sensibles. En este escenario, EE. UU. tiene la oportunidad de liderar una nueva era de minería regulada, rentable y ambientalmente responsable, con Lockheed Martin en un rol clave de articulación entre industria, ciencia y regulación.

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