La directora general de la Cámara Minera (Camimex), Karen Flores, hizo un llamado urgente sobre el futuro de la minería en México durante la XXXV Convención Internacional de Minería en Acapulco. Flores destacó que, debido a la falta de una política pública adecuada, México corre el riesgo de perder inversiones cercanas a los US$11,000 millones en el próximo bienio.

Estas inversiones, de ser capitalizadas adecuadamente, podrían traducirse en la creación de más de 300,000 empleos fijos, tanto directos como indirectos. A su vez, esto impulsaría una mayor contribución fiscal mediante el impuesto a la renta y el pago de derechos mineros.

A pesar del potencial evidente de la industria, México cayó tres puestos en el índice de atractivo para la inversión del Fraser Institute el año pasado. Ahora ocupa el noveno lugar entre las jurisdicciones mineras latinoamericanas. ¿Las razones? Un marco regulatorio desfavorable, una carga impositiva alta, niveles alarmantes de criminalidad y una continua sensación de incertidumbre que rodea al sector.

En 2022, pese a los obstáculos, el sector minero mexicano logró generar más de 417,000 empleos. Además, aportó al fisco alrededor de 72,924 millones de pesos (cerca de US$4,000 millones). Esto representa un incremento del 13.8% respecto al año anterior, impulsado por el aumento en los precios internacionales de los metales y la recuperación pospandémica.

No obstante, la reciente reforma a la legislación minera, implementada en mayo, establece condiciones preocupantes para el futuro de la industria. La duración de las concesiones se redujo de 100 a 80 años. Además, se establecieron parámetros más estrictos para su otorgamiento y se reservó la actividad exploratoria al Servicio Geológico Mexicano (SGM).

El período entre 2014 y 2022 ya había presenciado una disminución drástica en las inversiones para exploración. Se redujo en un tercio, pasando de US$856 millones a solo US$572 millones anuales, según datos oficiales de Camimex. Sin exploración, argumenta Flores, no hay descubrimientos. Sin descubrimientos, no hay minas. Y sin minas, el país pierde ingresos, impuestos y empleos, afectando el tejido social.