La competencia global por el control de minerales estratégicos abre un nuevo capítulo en América Latina. En el estado de Goiás, Brasil —una zona tradicionalmente vinculada al agro— se desarrolla discretamente el proyecto Carina, considerado uno de los emprendimientos más prometedores en tierras raras pesadas de la región. Aclara Resources, la empresa detrás del proyecto, ha asegurado hasta 5 millones de dólares en financiamiento por parte de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de Estados Unidos (DFC), en una jugada que trasciende lo financiero para adquirir también peso geopolítico.
El creciente interés de Estados Unidos por este tipo de proyectos no es casual. Washington busca reducir su dependencia de China en el suministro de tierras raras, materiales esenciales para tecnologías clave como motores eléctricos, turbinas eólicas y sistemas de defensa. En ese contexto, el depósito de Carina destaca por su contenido de disprosio y terbio, dos elementos escasos y altamente valorados para la transición energética global.
En julio pasado, Aclara —con sede en Toronto— dio inicio formal al estudio de factibilidad del proyecto, cuyos resultados están previstos para el primer trimestre de 2026. Este estudio es fundamental para definir la viabilidad técnica y económica de una mina que podría convertirse en una pieza clave dentro del nuevo orden de suministro global de minerales estratégicos.
El financiamiento otorgado por la DFC no representa únicamente una inyección de capital. Es, además, un aval político y técnico al modelo de desarrollo sostenible que Aclara propone. Según Ramón Barúa, CEO de la empresa, este respaldo valida el potencial del proyecto y abre la puerta a futuras colaboraciones con instituciones estadounidenses en el marco de un interés compartido por fortalecer cadenas de valor críticas.
Una de las cláusulas más relevantes del acuerdo permite a la DFC convertir su inversión inicial en participación accionaria, siempre que Aclara asegure rondas de financiamiento adicionales por más de 50 millones de dólares —o bien, varias que sumen al menos 75 millones en un plazo de 12 meses—. Además, la DFC obtendría prioridad para liderar futuros financiamientos del desarrollo, lo que apunta a una participación más estructural de Estados Unidos en la expansión del proyecto.
La noticia tuvo un fuerte impacto en los mercados. Las acciones de Aclara se dispararon más de un 40 %, alcanzando un máximo de 52 semanas con un precio de 1,57 dólares canadienses por título. Al cierre del día, las acciones se estabilizaron en 1,53 CAD, elevando la capitalización bursátil de la compañía a 332 millones de dólares estadounidenses. Esta reacción refleja la percepción positiva del mercado sobre la viabilidad técnica y el posicionamiento estratégico de la empresa.
El plan preliminar del proyecto Carina contempla una operación minera con una vida útil de 22 años. Se proyecta una producción anual de 191 toneladas de disprosio y terbio, fundamentales para motores eléctricos de alto rendimiento. Según Aclara, el proyecto tendría un valor presente neto de 1,500 millones de dólares y una tasa interna de retorno del 27 %, lo que lo convierte en uno de los desarrollos más robustos del sector en América Latina.
Aclara no sólo apunta a la extracción de minerales. La empresa impulsa una estrategia de integración vertical bajo el concepto «mine-to-magnet», que combina minería responsable en Brasil y Chile con una planta de separación de elementos en Estados Unidos. Este modelo permite garantizar la trazabilidad del suministro y cumplir con los estándares de sostenibilidad que exigen los principales mercados internacionales.
En paralelo, Aclara puso en marcha en julio una planta piloto en Brasil para probar el sistema de extracción en arcillas iónicas, una técnica más amigable con el medio ambiente. Esta tecnología se enmarca en un enfoque más amplio denominado Circular Mineral Harvesting, que permite reutilizar el 95 % del agua y recuperar el 99 % de los reactivos utilizados, evitando la construcción de presas de relaves y facilitando la restauración del terreno intervenido.
El hecho de que una iniciativa minera con enfoque ambiental esté recibiendo apoyo público internacional es significativo. Marca un cambio respecto a prácticas extractivas anteriores y demuestra que es posible desarrollar minería de forma sostenible. En un contexto donde crecen las posturas antiextractivistas, el proyecto Carina ofrece un ejemplo concreto de cómo equilibrar desarrollo económico, cuidado ambiental y compromiso comunitario.
Brasil se posiciona así como un actor clave en el mapa global de minerales críticos. Su potencial geológico, junto con proyectos innovadores como el de Aclara, lo convierten en un socio estratégico para Occidente. Aclara, por su parte, demuestra cómo una empresa puede operar en la intersección entre la minería y la geopolítica, abriendo un camino que América Latina debería seguir si desea desempeñar un rol activo y soberano en la transición energética global.