Element 29 Resources Inc., minera canadiense que cotiza en las bolsas de Toronto, Lima y Estados Unidos, ha renovado por cinco años su acuerdo de acceso a la superficie con la comunidad local del proyecto polimetálico Elida, ubicado en Áncash. Este acuerdo, vigente hasta abril de 2029, es esencial para continuar con las actividades de exploración y avanzar en la solicitud de un nuevo permiso de perforación, parte de una Declaración de Impacto Ambiental (DIA) ampliada.
El proyecto Elida se centra en la exploración de un gran yacimiento de cobre, molibdeno y plata en depósitos de tipo pórfido, una clase geológica común para minas a gran escala. La empresa ha solicitado duplicar la cantidad de plataformas de perforación autorizadas, pasando de 20 a 40, y ampliar sus campañas de perforación por otros cinco años, como parte de una estrategia de exploración más ambiciosa.
La tercera fase de perforación, autorizada con un permiso ambiental simplificado llamado Ficha Técnica Ambiental (FTA), tiene como objetivo ampliar la estimación actual de recursos minerales y mejorar las leyes del depósito. Los primeros dos sondajes de esta fase, completados a fines de 2024, atravesaron amplias zonas mineralizadas desde la superficie del lecho rocoso hasta profundidades superiores a los 1,000 metros.
En paralelo, la empresa prepara un informe de impactos colectivos, necesario para solicitar una exención del proceso de consulta previa, requerido por la legislación peruana para ciertos permisos ambientales. Este proceso busca garantizar que las comunidades indígenas u originarias sean informadas y consultadas antes de aprobar actividades que puedan afectarlas.
Como parte de su enfoque de inclusión local, Element 29 ha contratado a miembros de la comunidad para participar en una campaña geofísica avanzada conocida como magnetotelúrica (MT). Este método no invasivo permite estudiar la composición subterránea del terreno utilizando señales naturales del campo electromagnético de la tierra. Con más de 100 estaciones MT distribuidas en un área de 5 por 6 kilómetros, el estudio busca construir un modelo tridimensional de la resistividad del subsuelo, alcanzando profundidades mayores a los 2,000 metros. Esta información será clave para identificar zonas de mineralización más profundas y con mejores leyes de cobre, molibdeno y plata.