Los mercados internacionales vieron una caída en el precio del oro hacia el cierre de la semana. La onza se cotizó alrededor de US$ 3,375, tras retroceder un 1,3 % el día anterior, impactada por señales de avance en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y sus principales socios.
Según Bloomberg News, la Unión Europea estaría dispuesta a aceptar un arancel del 15 % sobre la mayoría de sus exportaciones hacia EE.UU., mientras que Japón ya firmó un acuerdo en ese sentido, junto con una promesa de inversión por US$ 550,000 millones. Este escenario elevó los rendimientos del Tesoro estadounidense, restándole atractivo al oro, un activo que no genera intereses.
A pesar de esta presión, la perspectiva alcista para el metal amarillo persiste, impulsada por tensiones geopolíticas en Ucrania, Medio Oriente y amenazas comerciales del expresidente Donald Trump hacia países como Corea del Sur e India. Además, se espera que la Reserva Federal recorte tasas en septiembre, lo que favorecería los precios del oro.
Desde la visión técnica, Felipe Mendoza, analista de ATFX LATAM, advierte que si el precio rompe un soporte clave, podría abrirse una fase correctiva, especialmente si continúan los avances en las negociaciones entre EE.UU., Japón y la Unión Europea.
El economista Jorge Manco Zaconetti, de la UNMSM, compartió su optimismo respecto al oro: “El precio del oro tiene una tendencia a subir”, indicó, señalando que consultoras proyectan precios de US$ 3,500, 3,700 e incluso 4,000 hacia fines de este año, impulsados por factores económicos y políticos globales.
Entre esos factores mencionó la rivalidad entre China y Estados Unidos, la pérdida de confianza en el dólar por la inflación en EE.UU. y la política errática de Trump respecto a la Reserva Federal. Asimismo, señaló el fortalecimiento de los países BRICS —China, Sudáfrica y Rusia— que demandan pagos en monedas fuertes o en oro, no dólares.
Manco también destacó la tendencia de los bancos centrales a acumular oro físico. Además de China e India, tampoco se quedan atrás entidades como los bancos centrales de Inglaterra, Japón o Corea del Sur, que están reforzando sus reservas en este activo.
En contraste, en Perú se observa un fenómeno preocupante: el contrabando de oro ha crecido ante la limitada presencia estatal. Según el economista, mientras el Ministerio de Energía y Minas reporta exportaciones por 3,8 millones de onzas, el BCRP informó 6,8 millones en 2024, incluyendo estimaciones de oro no declarado en aduanas.
Además, el número de empresas exportadoras pasó de 1,800 en 2023 a 2,600 en 2024, muchas operando como intermediarias de oro informal o ilegal. “Es escandaloso”, afirmó Manco, en referencia al desborde del comercio ilícito de este metal.
El problema se agrava en regiones como Puno, Madre de Dios, Amazonas y la cordillera del Cóndor, desde donde el oro se traslada a Bolivia y Ecuador, aprovechando el vacío estatal. Allí operan grupos con modus operandi que incluyen contaminación, violencia y corrupción.
Manco describe este fenómeno como un “capitalismo salvaje”: personas que explotan concesiones ajenas, contaminan, se enfrentan entre sí y generan tensión con comunidades campesinas, las que a su vez reclaman derechos sobre el subsuelo.
En cuanto a la política del BCRP, cuestionó que solo el 4 % de sus reservas estén respaldadas en oro físico (alrededor de 34 toneladas). También acusó de falta de transparencia al presidente del banco, Julio Velarde, a quien tildó de “mentir” sobre las compras de oro y de tener posibles intereses en el mercado financiero, lo que califica como un conflicto de interés.