China se convertirá en el principal productor mundial de litio en 2026, superando a Australia y manteniendo ese liderazgo hasta al menos 2035, según proyecciones de la consultora Fastmarkets. Esta evolución refleja la ambiciosa estrategia de Pekín para consolidar su dominio en la cadena global de suministro de minerales críticos, a pesar de enfrentar desafíos ambientales, económicos y regulatorios.
Durante una conferencia realizada en Las Vegas sobre litio y materias primas para baterías, Fastmarkets reveló que para 2026 China producirá entre 8,000 y 10,000 toneladas métricas más que Australia. Actualmente, China ocupa el tercer lugar en producción, detrás de Australia y Chile. Sin embargo, para 2035 se estima que alcanzará una producción de 900,000 toneladas métricas, frente a 680,000 de Australia, 435,000 de Chile y 380,000 de Argentina.
El crecimiento de China está respaldado por una estrategia que prioriza la extracción de litio a partir de lepidolita, un mineral abundante en el sur del país. A diferencia de otras naciones que dependen de salmueras, la lepidolita permite a China diversificar sus fuentes. Aunque su explotación es más costosa y conlleva mayores riesgos ambientales, el gobierno ha incentivado su desarrollo como parte de una política industrial orientada al liderazgo tecnológico y energético.
Muchas minas chinas continúan operando incluso con márgenes negativos, impulsadas por subsidios estatales y la presión de gobiernos locales para mantener empleos. Empresas como CATL, uno de los mayores fabricantes de baterías del mundo, han reactivado operaciones de minas de lepidolita previamente cerradas, demostrando el compromiso del país por asegurar su autosuficiencia en este mineral clave.
Además de liderar la producción, China domina el refinado de litio a nivel mundial, concentrando alrededor del 70 % del mercado. Este proceso es esencial para convertir el litio en componentes útiles para la fabricación de baterías. Aunque países como Estados Unidos, Chile y Australia intentan desarrollar sus propias plantas, Fastmarkets estima que China mantendrá cerca del 60 % del control del refinado hacia 2035, consolidando su posición en la cadena de valor.
Este dominio tiene profundas implicancias para la cadena global de suministro, la transición energética y la geopolítica. Mientras China asegura un suministro estable para su industria de vehículos eléctricos —que representó más del 60 % de las ventas globales en 2024, según LG Energy Solutions—, países occidentales buscan reducir su dependencia mediante inversiones en América Latina, África y sus propios territorios.
No obstante, la expansión del uso de lepidolita plantea serios retos ambientales. Su procesamiento genera subproductos tóxicos como tálio y tántalo, que pueden contaminar fuentes de agua si no se gestionan adecuadamente. Para sostener su liderazgo, China deberá invertir en tecnologías limpias y aplicar regulaciones más estrictas para mitigar estos impactos.
Frente a este modelo, Australia ofrece una estrategia más conservadora: ha reducido su producción y postergado proyectos ante la caída de los precios del litio. Su enfoque, basado principalmente en roca dura y salmueras, es ambientalmente más estable, pero menos agresivo en términos de volumen. Esta diferencia ha permitido a China ganar terreno, aunque podría obligar a Australia a reconsiderar su postura si desea seguir siendo un actor relevante en el mercado.
Para México, que aún no produce litio a escala industrial, la evolución del mercado representa una oportunidad estratégica. Sus yacimientos en Sonora y otras zonas del norte podrían posicionarlo como un proveedor clave. Aprender de los modelos de China y Australia, establecer una regulación ambiental sólida y fomentar alianzas internacionales serán claves para que el país se integre exitosamente en la cadena global del litio.