Pese a los recientes incidentes y desafíos técnicos, Chile proyecta un aumento en su producción de cobre este año. Esta expectativa llega como un alivio para el mercado global, que requiere una mayor oferta del metal para sostener la transición energética y el crecimiento de sectores intensivos en infraestructura, como los centros de datos.
Diversos eventos han evidenciado los riesgos del sector, entre ellos un accidente fatal en una mina de Codelco y problemas en los depósitos de relaves en una operación de Teck. Sin embargo, los indicadores de producción muestran señales positivas. Escondida, operada por BHP, incrementó su producción en un 11 % en la primera mitad del año en comparación con el mismo período de 2024. En tanto, Collahuasi avanza hacia una etapa con mineral de mayor calidad, y El Salvador retoma operaciones tras una revisión estructural.
La ministra de Minería, Aurora Williams, se muestra optimista. Asegura que Chile crecerá en producción este año y el próximo, con la meta de alcanzar los 6 millones de toneladas en 2027. Sería un repunte considerable frente al mínimo de dos décadas registrado en 2023, año marcado por baja inversión y mayores dificultades en yacimientos envejecidos.
Factores externos también juegan a favor. Williams destaca que la alta demanda por cobre, impulsada por la electrificación, la expansión digital y la transición energética, refuerza la necesidad de mayor oferta. Este contexto incentiva nuevos desarrollos, incluyendo alianzas estratégicas entre compañías mineras para ganar eficiencia y escala.
En ese marco, Codelco evalúa integrar operaciones con Andina, mientras Anglo American y Teck analizan acuerdos para Collahuasi y Quebrada Blanca. También avanzan exploraciones conjuntas entre BHP y Lundin Mining, así como entre Rio Tinto y Codelco. En paralelo, el acuerdo de litio entre Codelco y SQM abre una nueva etapa en la producción de metales críticos para baterías. Sin embargo, incidentes como el colapso en El Teniente —que dejó víctimas— subrayan la urgencia de avanzar hacia métodos más seguros, como la automatización y tecnologías subterráneas mejoradas, siempre bajo la supervisión de Sernageomin y con la seguridad como prioridad central.