En mayo de 2025, Chile alcanzó su nivel más alto de producción de cobre en lo que va del año, con 486,574 toneladas métricas, lo que representa un aumento del 9.4 % respecto al mismo mes del año anterior. Esta cifra no solo marca una recuperación frente a los niveles históricamente bajos registrados en la última década, sino que también confirma la capacidad de resiliencia del país en un contexto global marcado por interrupciones operativas y desafíos geopolíticos.
Codelco, la minera estatal, tuvo un desempeño destacado con una producción de 105,000 toneladas en abril, un incremento interanual del 22 %. Su presidente ejecutivo reafirmó la meta de producir entre 1.37 y 1.40 millones de toneladas en 2025, y escalar hasta 1.7 millones en 2030. Antofagasta Plc también proyecta un año sólido, con entre 660,000 y 700,000 toneladas. Además, sorprendió al concretar acuerdos inéditos con fundiciones chinas para procesar concentrado sin costo por tonelada, reflejo de la creciente escasez global de este insumo.
Este repunte ocurre en un escenario de bajos inventarios de cobre en la Bolsa de Metales de Londres (LME), que se encuentran en mínimos de casi dos años. Al mismo tiempo, las primas en los contratos del COMEX en Estados Unidos han alcanzado niveles récord, lo que ha llevado a un inusual volumen de importaciones por parte de ese país: más de 200,000 toneladas solo en abril, la cifra más alta en más de una década. La redistribución de flujos de cobre hacia EE. UU. se da en un contexto de tensiones comerciales con China y expectativas de nuevos aranceles, fortaleciendo el papel de Chile como proveedor estratégico.
La Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) estima que la producción total del país alcanzará los 5.8 millones de toneladas en 2025, lo que significaría un crecimiento del 6 % respecto al año anterior. Esta proyección incluye el impulso de proyectos clave como Quebrada Blanca Fase 2 de Teck y las expansiones de operaciones de BHP. No obstante, Cochilco revisó a la baja su estimación de precios, ajustándola de US$4.25 a un rango de US$3.90–4.00 por libra, en respuesta a factores macroeconómicos y a la incertidumbre global.
El crecimiento en la producción tiene efectos positivos directos para Chile: mayor recaudación fiscal, generación de empleo y dinamismo económico en regiones mineras. Pero también beneficia al mercado global, al contribuir con una oferta estable en un momento en que la demanda se acelera por la transición energética, la electrificación del transporte y las tecnologías limpias.
En un contexto donde el cobre es considerado un mineral estratégico para el desarrollo sostenible, la recuperación de la minería chilena —impulsada por innovación, eficiencia y sostenibilidad— consolida al país como líder en un mercado cada vez más relevante para el futuro energético del planeta.