El gobierno de Canadá autorizó oficialmente la fusión entre Anglo American y Teck Resources, una operación valuada en cerca de 53 mil millones de dólares estadounidenses. La aprobación fue confirmada por la oficina del Ministro de Industria bajo la Ley de Inversiones en Canadá, tras concluir que los compromisos asumidos por las empresas representan un beneficio neto para el país.

La decisión se produce luego de varios meses de negociaciones y de una revisión centrada en proteger los intereses nacionales en sectores estratégicos, especialmente el de los minerales críticos. Con este aval, Canadá respalda una de las mayores transacciones recientes del sector minero y refuerza su mensaje de apertura a la inversión extranjera cuando esta contribuye al desarrollo económico y a su posicionamiento en cadenas de valor clave.

Entre los compromisos destacados, Anglo American acordó establecer la sede de la nueva entidad fusionada, Anglo Teck, en Vancouver. Asimismo, se comprometió a invertir al menos 4.5 mil millones de dólares canadienses durante los próximos cinco años, con una proyección de hasta 10 mil millones en un plazo de quince años, destinados a fortalecer la producción, la innovación, la capacitación laboral y las cadenas de suministro locales.

La operación también contempla inversiones en investigación y desarrollo de tecnologías mineras sostenibles, en línea con los objetivos canadienses de transición energética y reducción de emisiones. Estos elementos fueron determinantes para que el Ministerio de Industria otorgara su aprobación bajo el criterio de beneficio neto, central en la evaluación de adquisiciones extranjeras.

Desde una perspectiva geoeconómica, la fusión posiciona a Anglo Teck como uno de los principales productores globales de cobre, con activos estratégicos en América del Norte y del Sur, particularmente en Chile y Perú. El cobre es un insumo esencial para la electrificación y la descarbonización, lo que otorga a la nueva compañía una mayor relevancia en los mercados internacionales.

Analistas han destacado la rapidez del proceso de aprobación, que se completó en aproximadamente tres meses, como una señal del interés de Ottawa en facilitar inversiones estratégicas. Esta agilidad contrasta con otros procesos regulatorios más prolongados y refuerza la percepción de Canadá como un destino competitivo para el capital minero global.

No obstante, la fusión aún debe superar revisiones regulatorias en otras jurisdicciones, incluyendo Europa, Estados Unidos y Asia, donde se evalúan posibles efectos sobre la competencia. Asimismo, países como Chile y Perú siguen de cerca la operación debido a la importancia de los activos cupríferos involucrados.

En el plano interno, sindicatos y actores empresariales han expresado un respaldo condicionado al cumplimiento de los compromisos de inversión y empleo. A largo plazo, la integración podría generar economías de escala, mayor eficiencia operativa y beneficios para el ecosistema minero canadiense, siempre que la nueva entidad logre traducir la fusión en resultados concretos para las comunidades y el sector productivo.