Mié. Jun 25th, 2025

Brasil destina casi USD 1,000 millones para desarrollar su industria de tierras raras

Brasil se prepara para dejar de ser una promesa y convertirse en un actor clave en el mercado global de tierras raras. Con el respaldo de hasta USD 1,000 millones por parte del banco estatal BNDES y la agencia de innovación Finep, el país busca aprovechar su posición como la segunda nación con mayores reservas de estos minerales estratégicos, solo por detrás de China. El objetivo es transformar su riqueza geológica en una cadena de valor competitiva, sostenible e industrialmente integrada, en un momento en que la demanda mundial se ha disparado debido al auge de tecnologías limpias, vehículos eléctricos y dispositivos electrónicos.

Actualmente, más del 80 % del procesamiento global de tierras raras está concentrado en China, lo que representa un riesgo estratégico para economías como Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. Con aproximadamente el 23 % de las reservas globales, según el US Geological Survey, Brasil tiene una oportunidad única de diversificar la cadena de suministro global. Para concretar este potencial, BNDES y Finep han recibido 124 propuestas que representan más de USD 15,000 millones en posibles inversiones, aunque solo un grupo reducido será seleccionado para recibir financiamiento preferencial, subvenciones, aportes no reembolsables y otros apoyos.

Entre los postulantes figuran empresas emergentes que ven a Brasil como una nueva frontera minera. Aclara Resources, con sede en Canadá y operaciones en Chile, planea establecer una mina y planta de procesamiento en Brasil para alimentar una fábrica de imanes en EE. UU. Viridis Mining & Minerals, de Australia, ya mantiene conversaciones con bancos estatales de varios países para diversificar sus fuentes de financiamiento. Meteoric Resources, también australiana, estudia proyectos en Minas Gerais y Bahía. Actualmente, Serra Verde Group es la única empresa que produce tierras raras en Brasil, aunque la mayoría de su producción todavía se dirige a compradores chinos.

Sin embargo, el camino no está libre de obstáculos. Uno de los mayores desafíos es la falta de infraestructura para el procesamiento local, lo que obliga a depender del exterior para completar el ciclo productivo. Además, el país carece de una cadena de valor industrial consolidada y de un sistema de precios transparente fuera del dominio chino. Los expertos señalan que el financiamiento público no bastará: es necesario un marco regulatorio claro, seguridad jurídica y cooperación internacional para que Brasil sea realmente competitivo y atractivo para la inversión extranjera.

Si logra superar estos retos, Brasil podría convertirse en un socio estratégico para las economías desarrolladas, atrayendo inversiones, generando empleo calificado y exportando productos con mayor valor agregado. Su apuesta por una industria limpia, responsable y tecnológicamente avanzada no solo puede reducir la dependencia global de China, sino también posicionar al país como líder en sostenibilidad. La transición ya está en marcha, y Brasil parece decidido a transformar su potencial mineral en crecimiento industrial e innovación real.

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