La minería peruana atraviesa un momento clave. Con exportaciones cercanas a los 50 mil millones de dólares, un portafolio de inversiones que supera los 65 mil millones y un crecimiento exportador de doble dígito en los primeros meses del año, el Perú reafirma su posición como uno de los actores más relevantes del mapa minero mundial. Sin embargo, el desafío ya no es solo mantener ese dinamismo, sino convertirlo en progreso real y sostenible para la población.
Para Mario Saavedra, Director de la Cámara Chilena-Sudafricana, el principal indicador de éxito no será únicamente la producción, “el verdadero éxito de la minería no se medirá en toneladas exportadas, sino en su capacidad de convertirse en un motor de cohesión social y progreso para todos los peruanos”, señala. Con esta premisa, identifica cinco medidas urgentes que definirán el rumbo del sector en 2026:
1. Impulsar una formalización efectiva de la pequeña minería
Con más de 30 mil registros autorizados, la pequeña minería tiene potencial para dinamizar las economías regionales. Pero la formalización no es solo regulación. Requiere acceso real a financiamiento, asistencia técnica y articulación productiva para que los pequeños productores sean competitivos, sostenibles y aportantes activos al sistema tributario.
2. Implementar una estrategia nacional contra la minería ilegal
La minería ilegal sigue generando daños ambientales, pérdida de ingresos y expansión de redes criminales. Saavedra advierte que los operativos aislados han demostrado ser insuficientes y que el país necesita una respuesta integral: control territorial sostenido, inteligencia financiera, fortalecimiento de las fuerzas de seguridad y alternativas económicas para las comunidades dependientes de esta actividad ilícita.
3. Convertir la licencia social en una política estable
El sur peruano concentra los proyectos mineros más importantes del país, pero su continuidad depende de procesos formales de diálogo temprano, transparencia en la gestión de recursos y beneficios tangibles para las comunidades. Experiencias recientes confirman que incluir a las poblaciones desde la etapa de diseño con mejoras en educación, salud, infraestructura y oportunidades económicas, reduce de manera significativa la conflictividad social.
4. Utilizar la renta minera para diversificar las economías regionales
Para que la minería funcione como un verdadero motor de desarrollo, parte de su renta debe destinarse a proyectos que impulsen nuevas cadenas de valor en las regiones productoras. Apostar por la diversificación económica permitirá reducir la dependencia exclusiva de la extracción y fortalecer bases productivas más sólidas y resilientes.
5. Preparar al talento del sur del Perú como semillero de líderes para la minería del futuro
Saavedra destaca que la transformación tecnológica, marcada por la automatización, los sensores inteligentes, la inteligencia artificial y el análisis de datos en tiempo real, exige un nuevo tipo de liderazgo en el sector. En ese contexto, el sur peruano tiene un rol estratégico: convertirse en el punto de partida para formar a los profesionales de la minería del siglo XXI.
Según el especialista, ya se observan señales alentadoras en la región: jóvenes que desarrollan soluciones tecnológicas aplicadas al sector, iniciativas educativas que incorporan nuevas competencias digitales y propuestas enfocadas en sostenibilidad y eficiencia energética. Sin embargo, advierte que el reto ahora es consolidar estos esfuerzos mediante la articulación entre empresas, centros de formación, gobiernos regionales y gremios, con el fin de construir un ecosistema que impulse talento con visión transformadora y liderazgo en entornos digitales.
Finalmente, Saavedra resume el desafío de cara al 2026, “la minería tiene que dejar de ser vista solo como un negocio extractivo. Si el Perú logra dar estos pasos, podrá transformar su potencial geológico en progreso real, cohesión social y sostenibilidad para las próximas décadas”.















