En Shanghái, donde cada año la industria del cobre se sienta a “ponerle precio” al procesamiento, esta vez el marcador cayó a cero. Antofagasta acordó para 2026 cargos de tratamiento y refinación de US$0 por tonelada y 0 centavos por libra con una fundición china, según fuentes con conocimiento directo. El dato funciona como termómetro del mercado y no pasó desapercibido.
La señal pesa porque Antofagasta suele marcar referencia para contratos anuales y renegociaciones intermedias. El acuerdo llegó tras conversaciones largas y complejas, descritas como “duras y desafiantes”, lo que refuerza la idea de que el resultado no fue casual, sino reflejo de un equilibrio de fuerzas que se desplazó.
El contraste con 2025 es nítido. En diciembre del año pasado, Antofagasta y Jiangxi Copper habían pactado US$21.25 por tonelada y 2.125 centavos por libra, ya un recorte relevante frente a años previos. Pasar ahora a cero redefine el piso psicológico del mercado.
En términos simples, los TC/RC son el precio del servicio metalúrgico: el minero paga a la fundición para transformar concentrado en metal refinado. Cuando hay equilibrio, ambos comparten valor. Cuando escasea el concentrado, la cuerda se tensa y el poder de negociación cambia de lado.
Eso es exactamente lo que ocurrió. La falta de suministro minero empujó cargos spot a terreno negativo en varios momentos de 2025. Fastmarkets documentó índices semanales en negativo de forma persistente, y en ese contexto un TC/RC anual en cero dejó de parecer excepcional para volverse coherente con la realidad.
China es el epicentro de esta tensión. Su enorme capacidad de fundición choca con un crecimiento insuficiente del concentrado disponible. Reuters ha descrito la situación como una crisis doble: expansión acelerada de hornos y márgenes cada vez más comprimidos, lo que abrió debates internos sobre si conviene seguir sumando capacidad.
Esa incomodidad ya se expresó en público. En Asia Copper Week, representantes del sector chino rechazaron la idea de procesamiento gratis o negativo. Más recientemente, Reuters informó llamados a mantener cargos por encima de cero y la suspensión de trabajos en algunos proyectos nuevos. El “cero” se volvió también un argumento político.
Aunque no se reveló el nombre de la fundición firmante, el mercado miraba a Jiangxi Copper, actor habitual en estos acuerdos. La relación entre Antofagasta y las fundiciones chinas ya había marcado un hito en junio de 2025, cuando Reuters reportó un arreglo de mitad de año también en cero. Lo de ahora consolida esa dirección para 2026.
Para el minero, un TC/RC más bajo implica capturar más valor por su concentrado en un mercado escaso. Para la fundición, el impacto va directo al margen. La operación se sostiene por eficiencias y subproductos —oro, plata, ácido sulfúrico—, pero esos ingresos no reemplazan al principal.
El efecto dominó es inevitable. Estos acuerdos sirven de referencia para Japón, Corea del Sur y Europa, donde varias fundiciones ya evalúan ajustes. En 2025, Reuters reportó advertencias conjuntas sobre lo “insostenible” de los niveles actuales y el riesgo de recortes o paros, una señal poco habitual pero reveladora.
Chile llega a esta etapa desde una posición de fuerza, aunque no exenta de riesgos sistémicos. Si las fundiciones ajustan demasiado, aparecen cuellos de botella y costos adicionales para los mineros. Aun así, el mensaje central es claro: la escasez de concentrados dejó de maquillarse. El mercado tomó nota del cero, y con él abrió un nuevo capítulo en la disputa por el valor dentro de la cadena del cobre.















