El mercado de metales atraviesa un momento extraordinario, impulsado por la creciente incertidumbre política global, interrupciones en la producción minera y una presión bajista sobre el dólar estadounidense. En este contexto, el oro superó por primera vez la barrera de los US$ 4,000 por onza, mientras que el cobre alcanzó su nivel más alto en 16 meses, reflejando un entorno donde los inversionistas buscan activos refugio y se reconfigura el balance entre oferta y demanda en materias primas estratégicas.
De acuerdo con Bloomberg Línea, el oro —históricamente considerado un resguardo seguro en tiempos de crisis— alcanzó un máximo de US$ 3,977 durante la madrugada del martes, para luego romper la barrera simbólica de los US$ 4,000. Este nuevo récord se dio en medio del cierre parcial del Gobierno federal de Estados Unidos y un aumento en las tensiones políticas en Washington. El metal precioso acumula una revalorización del 49 % en lo que va del año, impulsado por compras históricas de bancos centrales, entradas de capital a fondos respaldados en oro (ETFs) y un proceso de desdolarización liderado por economías emergentes.
En paralelo, el cobre también ha captado la atención del mercado. En la Bolsa de Metales de Londres (LME), el metal rojo subió 0,5 % hasta alcanzar los US$ 10,815 por tonelada (equivalente a US$ 4,87 por libra), su tercer precio más alto de la historia. Este repunte está estrechamente relacionado con una serie de recortes en las proyecciones de producción global, provocados por problemas operativos en yacimientos clave de Chile, Indonesia y la República Democrática del Congo.
Uno de los casos más notorios es el de Teck Resources, que redujo su estimación de producción para la mina Quebrada Blanca en Chile. A esto se suman los retrasos en El Teniente, operado por Codelco, aún afectado por un accidente fatal en julio, y la interrupción en Grasberg (Indonesia), el segundo mayor yacimiento de cobre del mundo, tras una inundación de lodo. Estas disrupciones han acentuado el desequilibrio entre la oferta y la demanda, alimentando la presión alcista sobre los precios.
Frente a este panorama, varias instituciones financieras han ajustado sus previsiones. UBS elevó su estimación y ahora prevé que el precio del cobre alcance los US$ 11,500 por tonelada para septiembre de 2026, mientras que Bank of America proyecta un valor de hasta US$ 13,500 hacia 2027. Ambas coinciden en que los factores de oferta —más que los de demanda— están definiendo el nuevo equilibrio del mercado. Por su parte, Citi también mejoró sus pronósticos, anticipando un precio promedio de US$ 10,500 por tonelada en el cuarto trimestre de 2025, al considerar que el mercado ha aprendido a mirar más allá de los temores coyunturales sobre la demanda industrial.
El repunte de ambos metales ocurre en un contexto de debilitamiento del dólar y expectativas de nuevos recortes en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal (FED), lo que sigue impulsando el atractivo de los activos reales. A nivel político, la incertidumbre se agudiza con el cierre parcial del Gobierno de EE. UU. y una crisis de gobernabilidad en Francia, donde el presidente Emmanuel Macron busca destrabar un bloqueo parlamentario. En conjunto, oro y cobre se consolidan como símbolos de seguridad: el primero como escudo ante la volatilidad financiera, y el segundo como termómetro clave del pulso industrial y de la transición energética global.