Cerca de las once de la mañana, un fuerte estruendo sacudió la rutina en La Reliquia, una mina de oro ubicada en el municipio de Segovia, Antioquia. En cuestión de minutos, el polvo cubrió todo y más de veinte trabajadores quedaron atrapados bajo tierra. Pese a la gravedad del incidente, las autoridades informaron que todos los mineros han sido localizados con vida y se encuentran en buen estado, mientras los equipos de rescate, liderados por la Agencia Nacional de Minería (ANM) y la empresa canadiense Aris Mining, trabajan sin descanso.
La mina afectada no es una operación convencional. Forma parte de un modelo impulsado por Aris Mining —respaldada por el inversionista canadiense Frank Giustra— que busca integrar a los mineros artesanales en lugar de desplazarlos. A través de planificación conjunta, acceso a financiamiento y compra directa del oro extraído, la empresa ha construido un esquema de colaboración que hoy representa casi la mitad de la producción de oro de Segovia.
El accidente se produjo en una zona anteriormente considerada informal, lo que deja al descubierto los desafíos de formalizar la minería sin romper los lazos comunitarios existentes. Si bien el área ya forma parte del esquema de Aris, el colapso del acceso principal vuelve a poner sobre la mesa la fragilidad de las estructuras y la dificultad de garantizar condiciones óptimas en operaciones con raíces artesanales.
Las cifras de atrapados aún no son unánimes. Mientras las autoridades hablan de 25 trabajadores, Aris Mining asegura que son 23. Ambas versiones coinciden en que todos mantienen comunicación con la superficie, y el rescate se realiza cuidadosamente con maquinaria especializada, para no comprometer aún más la estabilidad de la mina.
Este modelo de integración ha despertado interés regional, sobre todo en contextos como el de Perú y Bolivia, donde el alza del precio del oro ha reactivado actividades mineras informales. La propuesta de Aris —más pragmática que ideológica— plantea que, ante la imposibilidad de erradicar completamente estas prácticas, lo mejor es incorporarlas. Sin embargo, críticos advierten que este enfoque podría normalizar condiciones deficientes o precarizar el trabajo.
En regiones como Antioquia, donde la minería y el conflicto armado han estado históricamente entrelazados, el modelo de Aris contrasta con experiencias más centralizadas, como la del proyecto Buriticá de la china Zijin Mining, donde los enfrentamientos con mineros informales no han cesado. Aris, en cambio, ha optado por mantener un diálogo abierto con las comunidades, aunque los retos no dejan de ser significativos.
El accidente también tuvo impacto en el mercado. Las acciones de Aris Mining cayeron hasta un 11% en la bolsa de Toronto, cerrando con una pérdida del 5,2%. Esto refleja cómo los inversionistas responden de inmediato cuando un modelo alternativo como este enfrenta un evento crítico. A pesar del revés, también representa una prueba de fuego para validar la viabilidad del enfoque inclusivo.
Más allá del accidente, La Reliquia simboliza un intento por reconciliar dos mundos históricamente enfrentados: la gran minería formal y los mineros artesanales excluidos del sistema. El éxito del rescate será crucial, no solo para salvar vidas, sino también para demostrar si es posible construir una minería más humana, inclusiva y viable. En ese sentido, el verdadero reto empieza después del colapso: reconstruir la confianza y fortalecer el modelo sin retroceder ante la adversidad.