El oro volvió a alcanzar un máximo histórico al cerrar la semana por encima de los US$3.500 por onza, impulsado por la expectativa de un recorte de tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y la debilidad del dólar. A pesar de este contexto internacional favorable, el Perú no estaría capitalizando el auge del metal precioso, según advierten expertos del sector.
El exviceministro de Gestión Ambiental, José De Echave, sostiene que la producción aurífera nacional atraviesa un estancamiento, debido a la ausencia de grandes proyectos de inversión como los que marcaron épocas anteriores. Actualmente, la cartera del Ministerio de Energía y Minas (Minem) solo incluye 10 proyectos auríferos, que suman una inversión conjunta de US$8.201 millones, lo que representa apenas el 12,8% del total minero nacional.
“Ya no tenemos una mina de la magnitud de Yanacocha o Pierina. Todos los proyectos actuales son de menor escala y no alcanzan la categoría de clase mundial. Cuando operaban estas grandes minas, había un impacto significativo en la producción de oro a nivel nacional”, comentó De Echave en declaraciones a La República.
En el ámbito exploratorio, el panorama tampoco es alentador. El Minem reporta 80 proyectos de exploración en 2025, con una inversión estimada en US$727,5 millones, pero solo 11 de ellos tienen al oro como metal principal, con un presupuesto conjunto de apenas US$181 millones, una baja respecto a los US$190,8 millones en 2024.
Entre las iniciativas más importantes figura Buenaventura, con sus proyectos San Gabriel (Moquegua), que registra una inversión de US$39,3 millones, y Tambomayo (Arequipa), con US$107 millones, este último en condición de brownfield, es decir, sobre infraestructura ya existente. El resto de proyectos auríferos tienen inversiones significativamente menores que en conjunto apenas superan los US$35 millones.
Solo cinco de estos proyectos auríferos cuentan actualmente con autorización para iniciar actividades de exploración: entre ellos destacan La Zanja en Cajamarca (US$10 millones) y Usicayos en Puno (US$6,4 millones), operado por la empresa Palamina S.A.C. La escasez de nuevas iniciativas coincide con el avance de la minería informal e ilegal, que ha ido ganando terreno y cuota de mercado.
El geólogo y miembro del Comité del Congreso Mundial de Minería 2026, Miguel Cardozo, estima que las exportaciones ilegales de oro podrían alcanzar los US$12.000 millones en 2025, una cifra muy por encima de los US$2.500 a US$2.700 millones que genera la minería formal. “La diferencia es abismal y no hay señales claras de que esta situación vaya a mejorar. Se necesita una decisión política firme que erradique la minería ilegal antes de que también se apodere del cobre”, advirtió.
En cuanto a la producción, durante junio de este año se extrajeron 8,9 millones de gramos finos de oro, lo que representa un crecimiento interanual del 7%. No obstante, al cierre del primer semestre, la producción acumulada fue de poco más de 51 toneladas, reflejando una caída del 4,4% respecto al mismo periodo del año anterior.
Por el contrario, la cartera cuprífera sí muestra mayor dinamismo. Se cuentan 36 proyectos de cobre con una inversión acumulada de US$45.749 millones, es decir, el 71,4% del total nacional. Según el investigador Jorge Manco Zaconetti (UNMSM), el incremento del precio del cobre a US$4,49 por libra no ha venido acompañado de nuevos grandes proyectos, como ocurrió con Quellaveco (Moquegua), que inició operaciones en 2022, pero enfrentó múltiples conflictos sociales.
A pesar de ello, la exploración de cobre sigue avanzando: en 2025 hay 47 proyectos por más de US$344 millones, un aumento respecto al 2024, cuando se registraron 40 planes por US$254 millones. Entre los más destacados figuran Quicay II (Pasco), Soledad (Áncash), y María Reyna (Cusco). “En oro, los proyectos relevantes son pocos y están en manos de Buenaventura. El cobre, en cambio, domina ampliamente la cartera, y se proyecta que para 2030 habrá un déficit de al menos dos millones de toneladas”, finalizó Manco.