En las provincias argentinas de San Juan y Catamarca, dos regiones que hasta hace poco tenían un bajo perfil en el mapa global de la minería, comienza a consolidarse una transformación de alto impacto económico. Glencore, una de las compañías líderes en el comercio global de materias primas, ha presentado oficialmente sus solicitudes para incorporar los proyectos de cobre El Pachón y Agua Rica al Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI).
Lejos de ser un simple trámite administrativo, este paso representa una apuesta estratégica de Glencore por el potencial minero argentino. También es una señal clara de que, tras años de incertidumbre, el país empieza a recuperar la confianza del capital internacional, especialmente tras los recientes cambios normativos impulsados por el gobierno del presidente Javier Milei.
Históricamente, Argentina ha enfrentado dificultades para atraer grandes inversiones en minería, debido a restricciones cambiarias, trabas burocráticas y un entorno político poco predecible. Sin embargo, con la implementación del RIGI y otras medidas proinversión, el panorama ha comenzado a cambiar. De hecho, según el ministro de Economía Luis Caputo, ya se han recibido 20 solicitudes bajo este régimen, que en conjunto representan más de USD 33.600 millones en inversiones proyectadas.
En este contexto, el cobre está cobrando protagonismo. El proyecto El Pachón, situado en San Juan, tiene el potencial de convertirse en uno de los mayores yacimientos de cobre del mundo. No es el único en la región: empresas como BHP y McEwen Copper también están desarrollando proyectos similares, lo que posiciona a la provincia como un nuevo polo estratégico para la minería andina.
Este auge no es casual. El cobre es un insumo clave para la transición energética: se utiliza en redes eléctricas, infraestructura urbana, turbinas eólicas, y especialmente en vehículos eléctricos. En un contexto global donde la descarbonización avanza, la demanda de este metal sigue en ascenso. Sudamérica, con sus vastos recursos, está llamada a desempeñar un papel central en este proceso.
A diferencia de otras economías mineras como Chile o Perú, Argentina ha tenido un enfoque más centrado en la agroindustria y los hidrocarburos. Por ello, que una empresa del calibre de Glencore decida enfocar parte de su cartera de proyectos en este país marca un cambio de paradigma. Implica que las condiciones para desarrollar minería metálica a gran escala están madurando.
El segundo proyecto presentado por la compañía, Agua Rica, se localiza en Catamarca. Aunque su inversión estimada (USD 4.000 millones) es menor que la de El Pachón (USD 9.500 millones), representa un componente estratégico para fortalecer la presencia de Glencore en el norte argentino y dinamizar las economías regionales.
El CEO de Glencore, Gary Nagle, ha expresado su apoyo al nuevo marco normativo, señalando que transforma sustancialmente el entorno de inversiones en el país. Su respaldo no solo legitima el RIGI, sino que también envía un mensaje directo al resto del mercado: Argentina puede volver a ser un destino confiable para grandes proyectos extractivos.
Más allá del impacto económico, estos desarrollos pueden generar efectos positivos en empleo, infraestructura y recaudación fiscal. Si se gestionan con altos estándares de transparencia y sostenibilidad, podrían convertirse en verdaderas palancas para el desarrollo regional. En este escenario, San Juan y Catamarca están llamadas a convertirse en protagonistas de una nueva era para la minería argentina.