Por: Jim Huang, Regional Sales Manager de Getac para América Latina.
Toda la tecnología que conecta, mide, calcula y automatiza, está físicamente expuesta a un entorno que, por efecto del cambio climático, se vuelve cada vez más hostil. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, 2024) advierte que los efectos climatológicos se volverán más frecuentes e intensos, incluso si la temperatura media global no sube más de 1,5 °C.
Es ahí, en el campo, donde los dispositivos que conforman la capa física del edge computing, es decir, la infraestructura digital donde se procesa la información “en el borde”, en el lugar donde se genera (sensores, gateways, tablets, cámaras, dispositivos móviles), sufren el impacto directo: fallan, se recalientan, se corroen o se desconectan.
En Perú, así como en otros países de América Latina, este problema se intensifica por el aumento sostenido de fenómenos climáticos extremos en la costa, sierra y selva. ¿Qué pasaría si ese “borde” está en un pozo petrolero a 45 °C, en una zona rural con lluvias torrenciales, o en una cantera con polvo constante? ¿qué ocurriría con aquella empresa minera, de logística, de energía o de agro que no está preparada con su tecnología?
El problema no es menor. Un fallo en un dispositivo edge puede interrumpir la operación de una máquina, cortar la trazabilidad de una carga, dejar sin monitoreo una válvula crítica o provocar errores de interpretación de datos. Según datos de BigPanda, el costo de una interrupción no planificada en empresas grandes puede superar los USD 23.000 por minuto, sin contar penalidades ni consecuencias indirectas.
Hoy ya no alcanza con tener dispositivos inteligentes, sino que también deben ser físicamente resilientes. La robustez tecnológica ya no es un diferencial: es una condición para operar. Empresas como Getac desarrollan dispositivos certificados con estándares militares (MIL-STD-810H) e industriales (IP66), diseñados para resistir polvo, humedad, calor extremo, vibraciones, y capaces de funcionar en condiciones de -29 °C a 60 °C, sin ventiladores ni partes móviles, sellados y resistentes a caídas. Es continuidad operativa asegurada.
Recordemos que la transformación digital en entornos industriales ya no puede separarse del contexto ambiental. Y si el clima es una amenaza para la operación, el hardware se convierte en la primera línea de defensa. Porque en el borde donde pasan las cosas importantes no hay margen para el error. Entonces ¿está la infraestructura edge de la industria peruana preparada para resistir un mundo más caliente, más húmedo y extremo? En muchos casos, la respuesta es no.