Chile, el país con más reservas de litio del mundo y el segundo productor después de Australia, busca sumarse al boom de este mineral, imprescindible para las baterías de automóviles eléctricos, con la primera licitación que adjudicó este miércoles, por 160,000 toneladas de esta materia prima, y que tuvo la oposición de sectores de la izquierda chilena.
Con cerca del 30% de la producción global y la mayor reserva mundial -ubicada en el Salar de Atacama, en el desierto más árido del mundo, en el norte del país-, Chile conforma junto a Argentina y Bolivia el denominado “Triángulo del litio”, que guarda más la mitad de este “oro blanco” en salmueras.
La fiebre por los automóviles eléctricos y la incesante fabricación de computadoras y celulares ha aumentado el precio del litio más de un 500% en el último año, según Trading Economics, y sus principales importadores son China, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos.
Australia superó a Chile como el principal productor en el 2017 y ahora ostenta el 46% del total, mientras que China y Argentina han aumentado su competitividad y siguen al país latinoamericano con un 10% y 9% de participación en el mercado, respectivamente, según cifras oficiales.
Con el objetivo de no quedarse atrás, el Gobierno chileno apuró ahora -a dos meses del fin del mandato de Sebastián Piñera-, un plan estratégico para aumentar la cantidad de esta materia prima que está en manos de privadas.
“El triángulo del litio”
El “Triángulo del litio” aglutina casi 50 millones de toneladas métricas de este mineral, según datos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), y las mayores reservas (la fracción de litio explotable) se encuentra en Chile (9.2 millones).
Los tres países que conforman esta zona han explotado el recurso con diferentes rendimientos: Argentina ha ampliado su cartera de proyectos, Bolivia busca atraer inversión extranjera con control del Estado y Chile lo ha mantenido en manos de dos grandes empresas privadas (la chilena SQM y la estadounidense Albemarle).
Para el académico Manuel Reyes, ingeniero de la Universidad de Talca y experto en yacimientos, el actual modelo chileno, basado en la extracción y venta de la materia prima por parte de compañías, “todavía resulta muy rentable”.
“Nosotros no tenemos el nivel de desarrollo que requieren los procesos para dar un valor agregado al litio. No seríamos competitivos con otros países”, explicó.
¿Cómo mantener la competitividad?
El pasado octubre, el Gobierno anunció una licitación de 400,000 toneladas más de litio metálico para ponerlas en manos de empresas privadas que promuevan su explotación y mantengan la posición del país en los mercados internacionales.
Finalmente se adjudicaron un total de 160,000 toneladas -el 1.8% de las reservas conocidas- entre dos compañías que podrán extraer y comercializar el litio hasta el año 2050: la china BYD (80,000 toneladas) y a la chilena Servicios y Operaciones Mineras del Norte (otras 80,000 toneladas).
“En el 2016 éramos el mayor productor del mundo. Hoy caímos al 31% y sin nuevos proyectos, en el 2030 estaremos al 17%”, justificó esta semana en una declaración pública el ministro de Minería, Juan Carlos Jobet.
En la misma línea, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) proyectó que la participación de Chile en el mercado del litio podría caer a 15% en el 2030 debido a las preocupaciones ambientales que suscitan estas operaciones y por la cartera relativamente pequeña de proyectos que tiene.
Nuevos horizontes
En paralelo, el presidente electo, el izquierdista Gabriel Boric, defiende la creación de una empresa nacional del litio, tal y como sucedió con el cobre cuando en la década de 1970 se creó la estatal Codelco, que maneja el alrededor de un tercio del metal rojo del país.
Entre Codelco y las grandes mineras privadas, Chile produce el 25% de la oferta mundial de cobre, un producto de exportación insigne que aportó en el 2020 casi US$ 38,000 millones en ingresos al país.
Por ahora, la exportación del “oro blanco” es muy inferior en cantidad y valor (supuso US$ 632 millones de ingresos en el 2020, un 98% menos), pero las inquietudes sobre lo que eventualmente pueda significar para la economía del país se extienden como la pólvora.
Gonzalo Gutiérrez, académico de la Universidad de Chile y coordinador de la “Red Litio y Salares: Ciencia y Futuro”, señaló que sería beneficiosa una colaboración del sector público y el privado que permita añadir un valor agregado a la materia prima y no solo considere su extracción.
“Poner el litio en manos privadas es una bofetada al deseo de los chilenos de dejar atrás el extractivismo. Necesitamos un nuevo modelo de desarrollo que incorpore ciencia y tecnología”, apuntó.
El tema del litio también está en boca de la convención que redacta la nueva Constitución, donde cada vez son más las voces que piden la nacionalización del mineral.
Carolina Vilches, constituyente y activista ambiental, denunció esta semana en una declaración pública que “la licitación es un amarre para mantener el modelo económico extractivista de Chile”.
“Debemos posponer esta decisión y aguardar los cambios que proponga esta nueva carta magna ecológica y garante de derechos”, concluyó.