Un viejo adagio andino atribuye a la montaña la voluntad de preferir a los varones para el trabajo en su interior. Si bien el tiempo y la industria se han encargado de superar este dogma, el Informe de Empleo Minero 2020, elaborado por el Ministerio de Energía y Minas (Minem), revela que la reducción de brechas en el sector extractivo es un camino aún largo por recorrer.
Pese a que el empleo directo generado por la minería creció un 30% en la última década, la participación de la mujer en dicha actividad subió únicamente un punto porcentual en similar periodo de tiempo. Así, pasó de representar el 5,6% de la fuerza laboral minera en el 2010, al 6,6% al cierre del 2019.
En comparación con otros países de tradición minera, el Perú también queda relegado. Por ejemplo, en Canadá la participación de la mujer en minería supera el 19% (Osler); en Australia, el 16% (Australian Bureau of Statistics); y en Chile, el 9% (Estudio de Fuerza Laboral de la Gran Minería Chilena).
La ausencia de este personal de planta femenino se ahonda en los cargos gerenciales o de ingeniería de minas, propiamente dicha. Esto contrasta poderosamente con el último informe de la Unesco, el cual reconoce al Perú como uno de los países con más ingenieras de todas las ramas en la región.
Por ejemplo, el personal femenino en la planta de Antamina en Áncash alcanzaba solo el 6% al cierre del 2019, según su reporte de sostenibilidad.
Sin embargo, los actores en la materia coinciden en que alentar esta participación de mujeres en minería a futuro no responde a un mero cumplimiento de cuotas, sino a una necesidad real por dinamizar el sector.
Brechas de tajo abierto
Alexandra Almenara, presidenta de Women in Mining Perú (WiM Perú), atribuye este déficit a factores culturales que nublan todo interés para captar su mano de obra calificada. Al ser un trabajo de campo, ocurre lo mismo que en construcción: se considera, por tradición, una labor puramente masculina.
“No es que el sector minero se cierre a la mujer, sino que también hay muchos temas culturales y sociales que la llevan a sentirse en un espacio no propicio o sin oportunidades para ella. Las mujeres no postulan porque no se sienten del todo calificadas para el duro trabajo en mina, y no es así”, refiere.
Tal es el caso de la ingeniera sanmarquina Helen Quiroz Zavaleta, hoy jefa de calidad en BYV Iesemin SAC, quien recuerda claramente cómo fue degradada durante una de sus primeras incursiones en el mercado como técnica de metalurgia.
“Las mujeres acá solo recolectan chatarra”, oyó de boca de un ingeniero en una planta local. A partir de ahí, se especializó.
Hoy, Helen Quiroz puede gozar los beneficios de ser una mujer profesional y se proyecta a iniciar una empresa propia que le permita expandir aún más sus horizontes en el sector minero y de hidrocarburos. Pero el camino es aún largo por recorrer para sus compañeras.
“Operaciones mineras es un rubro donde se le da más oportunidad al varón. Las mujeres son destinadas a trabajos de laboratorio o planeamiento”, confiere.
WiM Perú calcula que para muchas mujeres será imposible cumplir con los largos periodos de internamiento diseñados para evitar contagio en mina durante la emergencia del Covid-19, debido a que deben hacerse también cargo de su hogar.
“Por los resultados de esta pandemia que venimos escuchando, este porcentaje de mujeres en minería va a disminuir el próximo año, porque muchas han tenido que dejar el trabajo para encargarse de sus roles en casa o cuidado de los padres, etc. Yo creo que vamos a tener un retroceso”, añade.
El factor de vocación
Para Rodolfo León, director de Downing Teal Perú, esta escasa participación responde también a un tema de vocación y estigmatización de mina adentro.
La consultora, dedicada a reclutar profesionales para la industria extractiva y de construcción, advierte que en los últimos años la oferta para mujeres en el sector minero se ha disparado sin que puedan colocar suficientes en cargos operativos y, sobre todo, gerenciales.
En efecto, el Minem informó que, al 2019, la fuerza laboral femenina, según su función y en orden descendente, fue de la siguiente manera: administrativos (21,9%), gerentes (11,6%), operaciones generales (4%) y personal de planta (3,6%). Una pirámide involutiva.
“A una posición gerencial se llega después de 12 o 15 años de experiencia, demostrada capacidad de liderazgo y conocimiento del negocio. La incursión de mujeres en minería es un fenómeno reciente y no ha transcurrido el tiempo para que lleguen en números suficientes a estos cargos”, relata León.
Según León, la escasa participación se debería a que estas exigen estar presentes en las operaciones mismas, las cuales, en nuestro país, están en lugares aislados y agrestes, alejados de la familia por períodos prolongados. No todas están dispuestas. “Lo primero es eliminar las diferencias de género en la educación. Las personas deben ser alentadas a seguir las profesiones de su preferencia. Luego, hay que crear las condiciones para que todos puedan acceder al trabajo en igualdad de condiciones”.
Pallaqueo e inclusión
La Plataforma Integral de Minería a Pequeña Escala (PIM) define a las “pallaqueras” como mujeres que trabajan buscando restos de mineral desechado (de bajo valor) en las laderas de las minas, después de haber sido procesado por sus compañeros hombres. Ellas integran el grueso de 1 millón de trabajadoras ligadas a la minería artesanal y de pequeña escala en Brasil, Bolivia, Colombia y Perú.
Mauricio Winkelried, gerente del programa Minería en Solidaridad Network, señala que no existe mucha estadística sobre la participación de mujeres a este nivel, pero que representan aproximadamente 1 de cada 4 personas involucradas en los procesos de formalización.
Un caso de éxito es el de la Minera Aurífera Cuatro de Enero S.A. (Macdesa), en Arequipa, donde la empresa brinda seguridad, salud y educación a los hijos de las pallaqueras. Sin embargo, desde que comenzó la cuarentena debieron suspender sus actividades y dejaron de percibir ingresos. Ellas cumplen con el sello de responsabilidad ambiental Fairmined.
“Las mujeres que realizan actividades de selección de minerales no se reflejan en la data del Gobierno. Su mano de obra es invisible para las operaciones porque es considerada un favor”, relata Víctor Pachas, coordinador en Perú de la Alianza por la Minería Responsable (ARM).
Las otras mujeres de la minería
Según cálculos del Instituto Peruano de Economía (IPE), por cada empleo originado de forma directa en el subsector minero, se generan 6,25 empleos adicionales en el resto de la economía.
En vista de que la baja participación femenina tiene que ver con algunas variables como los estereotipos en una industria históricamente asociada a hombres, es natural que estos roles se alojen en la tasa de empleabilidad fuera del socavón.
Leda M. Pérez, investigadora de la Universidad del Pacífico y coautora de Las cuidadoras de los mineros: género y gran minería en Cotabambas, describe este escenario donde las mujeres no mineras que migran hacia un corredor terminan en cargos de cuidado y provisión.
“Lo vemos en las mujeres del campo, incluso en la relación que tienen los hombres con la agricultura y cómo esto recae finalmente sobre ellas y recrudece sus roles de siempre. Lo tildan de trabajo ‘cama adentro’ (en referencia a las mujeres que brindan servicios de hospedaje y restaurante en los exteriores de una mina), la mujer suele estar concentrada en el sector servicios o de administración a comparación de los hombres, existe una expectativa social de que la mujer tiene responsabilidades con la casa”, afianza.
“Lo que encontramos es que ellas fluyen hacia trabajos feminizados: cuidado, limpieza, alimentación, lavandería. Se reproduce una lógica de segmentación laboral por género”, precisa la investigadora.
Este ‘desperdicio de oportunidades’ (término que acuña para la brecha salarial por factores socioculturales) en el desarrollo de la mujer en una de las actividades más rentables del país se convierte así en uno de los compromisos más fuertes que ha asumido el Estado y la industria para reducir la brecha en todos los niveles de la escala productiva.
“Porque sueños, deseos y ambiciones, hay”, concluye Leda, sin quererlo, para todas.
Reacciones
Alexandra Almenara, presidenta Women in Mining Perú
“Hay muchos temas culturales y sociales que llevan a la mujer a sentir que la minería no es un espacio propicio o de oportunidades. Hay un gran rol de la industria para no perder esta mano de obra”.
Leda M. Pérez, investigadora del CIUP – Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico
“La minería es un régimen recio, impacta sobre las relaciones y roles de género. Las decisiones profesionales que las mujeres toman están muchas veces condicionadas por estas expectativas sociales”.
Andina